¿Alguna vez has sentido que estás avanzando pero no llegas a ningún lado? ¿Que estás haciendo todo “bien” pero algo dentro de ti sigue inquieto, confundido o vacío? Yo también estuve ahí. Y si estás leyendo esto, quizás tú también estás en ese umbral.
Mi nombre es Mar, y esta es una parte muy íntima de mi camino como mujer medicina. No llegué a este punto por casualidad. Llegué porque algo en mí gritaba por sanar, por recordar, por reconectar. Y lo que encontré en el proceso… fue mucho más grande de lo que imaginaba.
Cuando descubrí el Diseño Humano, sentí que alguien había abierto un mapa secreto de mi alma. De pronto entendí por qué reaccionaba de ciertas formas, por qué me costaba tanto decidir o por qué mi energía no encajaba en los moldes tradicionales. Comprenderme fue el primer desbloqueo. Darme permiso de ser como soy fue el siguiente.
Después llegó el Reiki, y con él, mis manos comenzaron a recordar. Recordar cómo canalizar, cómo armonizar, cómo tocar sin invadir. Sentí la energía fluir no solo en mí, sino en otros. Y entendí que todos somos canales, solo que a veces tenemos interferencias que debemos liberar.
En la Angeloterapia encontré refugio. Ahí conocí la guía amorosa de los ángeles, seres que muchos creen imaginarios, pero que para mí se volvieron compañeros constantes. Escucharlos, sentir sus mensajes, compartirlos, ha sido una forma de recordar que no estamos solos, ni siquiera en nuestros procesos más oscuros.
El Soundhealing llegó a mí como una medicina vibracional. El día que vibré con un cuenco por primera vez, algo dentro de mí lloró. El sonido me atraviesa, me limpia, me reordena. No solo es una terapia, es una ceremonia. Es un lenguaje del alma que no necesita palabras.
La Terapia de Polaridad me reveló cómo los flujos de energía se expresan en el cuerpo. Me enseñó que el equilibrio no es estático, sino dinámico. Aprendí a sentir la vida circular entre polos opuestos y a facilitar que esa energía vuelva a su centro.
A través de la Bioenergética, comprendí que el cuerpo guarda emociones no resueltas. Que los bloqueos físicos muchas veces son historias no dichas, dolores no expresados, memorias atrapadas. Esta terapia me ayudó a liberar lo que las palabras no alcanzaban.
Y en la Biodecodificación, aprendí que toda emoción no expresada deja una huella en el cuerpo, y que detrás de cada síntoma físico hay un mensaje del alma. Comprendí que sanar es también comprender de dónde viene el dolor, qué historia heredada estoy cargando, y cómo transformarla en libertad.
Todo esto no lo viví como aprendizajes separados. Fueron capas que se revelaron una a una, como pétalos de una flor que al abrirse me mostró quién soy. Y desde ahí, quiero acompañarte. No como una guía perfecta, sino como una mujer en camino, que ha desbloqueado parte de su crecimiento y desea compartir el proceso con otros corazones despiertos.
Si tú también estás sintiendo que algo está por nacer en ti… bienvenida. Aquí es.
Crecimiento desbloqueado. Canal abierto. Caminemos juntas.
